El experto dice que casos como el de Penta y SQM deberían acelerar el tránsito hacia un cambio cultural en las empresas, incluyendo normas más extensivas.
El grado de responsabilidad de los directores de empresas en la detección y control de irregularidades al interior de las compañías ha estado en el centro del debate en las últimas semanas, a propósito de los coletazos de los casos Penta y SQM.
Según el ex superintendente de Valores y Seguros y presidente de ICR Clasificadora de Riesgos, Alvaro Clarke, los directorios tienen obligaciones de supervisión, prevención y control. De lo contrario, pueden ser cuestionados por el cumplimiento de sus deberes de diligencia y cuidado.
¿Los directores tienen la principal responsabilidad en estos casos?
En Chile está vigente la Ley 20.393, que dicta que la instancia más alta en las sociedades anónimas es el directorio. Para cumplir con su deber de supervisión adecuadamente, éste debe implementar modelos de prevención de tres ilícitos (financiamiento de terrorismo, lavado de dinero y cohecho). Debe definir también cómo establecer relaciones con las PEP (personas expuestas políticamente), que hemos conocido especialmente en relación conel caso Soquimich. Entonces, no es tan claro que no haya responsabilidad de los directores, toda vez que hay una ley que busca que las empresas tengan estos modelos de prevención, y una parte esencial de éstos es cómo se relacionan con las PEP.
¿Cómo ve entonces los cargos que la SVS formuló a los directores de SQM?
Es un ejemplo muy claro de lo anterior. La pregunta es ¿cuáles eran las políticas que tenía la compañía para determinar si una información es esencial o no? Los directores son responsables en la fijación de políticas internas de las compañías, y ésta debe abarcar todos esos asuntos relevantes, como puede ser la entrega de información al mercado. En la medida que los directores no desempeñen su función y no existan los medios de control adecuados, pueden ser cuestionados respecto de si han sido cumplido el deber de diligencia y cuidado.
Es evidente que si las empresas tienen estas políticas bien desarrolladas (modelos robustos), donde el personal visualiza esto como parte de la cultura de la empresa, y además existen los instrumentos de control adecuados independientes, la probabilidad de que se vean envueltas en estos escándalos es mucho menor.
¿Cómo se puede incentivar a que las empresas chilenas desarrollen normas internas más robustas?
Si hacemos una comparación, las firmas multinacionales tienen políticas mucho más extensas y complejas que lo que sucede a nivel local. Eso responde a que tienen una curva de aprendizaje mucho más larga. No tengo la menor duda que a futuro en Chile vamos a tener exactamente lo mismo. Esto es un proceso que se inició en Chile, que está provocando un cambio cultural importante en las empresas en el comportamiento de los directorios y que va en la misma dirección del camino que ya han atravesado las grandes multinacionales.
¿Casos como el de Penta y SQM deberían acelerar el tránsito hacia políticas internas más robustas al interior de las empresas?
Por supuesto. Todos estos casos que estamos visualizando en Chile, que son de alto costo reputacional para las empresas, van a desencadenar una aceleración en estos procesos. Eso le va a hacer muy bien a Chile.